Desde 1930 tenemos la responsabilidad de llevar adelante y sin concesiones una tradición de cultivar y seleccionar frutos secos que afinamos cada día con el fin de poner en las mesas de todo el mundo el sabor auténtico de la cocina mediterránea.
El compromiso de Zaral con la calidad se remite a sus orígenes en Altea, una localidad alicantina donde confluyen tradiciones culinarias que han pervivido a lo largo de los siglos de padres a hijos. En la actualidad, además de trabajar con frutos secos locales, Zaral se abastece de nuevas variedades procedentes de California, Chile y otros puntos del globo.